Santa Misa en la festividad de la Virgen de la Fuensanta, patrona de la ciudad de Murcia

Homilía de
Mons. D. JOSÉ MANUEL LORCA PLANES
Obispo de Cartagena en España

lorca_fuensanta2018

S.I. Catedral de Santa María, Murcia
Domingo, 9 de septiembre de 2018

Mis queridos hermanos,

Celebrar la fiesta de la Santísima Virgen de la Fuensanta es un gozo inenarrable, porque ella es el refugio de nuestras oraciones, es la esperanza y el camino seguro para ir a Cristo. Su imagen nos acompaña siempre, en los momentos de gozo y de dolor. Los murcianos necesitamos mirar a la Madre, a la Santísima Virgen María de la Fuensanta, porque ella es el modelo acabadísimo de una vida fiel a Dios. En la Liturgia de las Horas, del día de la Natividad de María, la Iglesia comienza el día con este pensamiento: “Hoy nace una estrella, tan divina y celestial, que, con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella”. ¡Las cosas bellas que se han dicho de la Virgen! Tenemos razones para venerar la figura de la Santísima Virgen María, Madre de Dios, porque ella está en el catálogo de las grandes mujeres de la historia. Ha sido la mujer fuerte y fiel que ha mantenido su palabra siempre, aún en situaciones muy difíciles.

Mirad a la Virgen de la Fuensanta, que hoy luce un manto nuevo, se acaba de bendecir y han participado en la confección del mismo miles de personas. Los promotores de esta iniciativa le han llamado: el manto de la Paz. Le viene bien a la Morenica llevar este título, porque como mujer ha estado llamada a ser constructora de la Paz, y ¡de qué manera lo ha hecho, puesto que ha dado a Luz al que es la Paz por excelencia, al Príncipe de la Paz, a Jesús! Con su obediencia, permitió la unión en la armonía del cielo con la tierra, porque Jesús, con su muerte y su resurrección, puso en paz todas las cosas. Vino a restablecer y a levantar lo que estaba derrumbado. La Virgen colaboró con el Señor en la obra de la Paz, sin ponerle condiciones a Dios, no hizo cálculos para ver si le convenía o no comprometerse en el proyecto divino, simplemente aceptó sin más. La participación de la Virgen María en la Historia de la Salvación es grande y es nuestro modelo para permanecer en la Voluntad de Dios, que hace bien las cosas, aunque nos cueste entenderlas al principio.

La paz es un regalo de Dios, pero Él quiere que seamos colaboradores suyos en su construcción, así que también la paz es una tarea. San Agustín expresa esta acción gratuita de Dios valorándonos a nosotros: Dios, que nos ha creado sin nosotros, no ha querido salvarnos sin nosotros. Por tanto, debemos trabajar por imitar a la Virgen en aceptar el don, pero también colaborar con Él en ser constructores de la Paz Y esta colaboración con Dios comienza diciendo que ¡SÍ!, como María, con un sí participando por obediencia en el plan del Padre. Dios mismo, no la persona humana, es el verdadero y supremo «agente de paz». Precisamente por esto, los que se afanan por la paz son llamados «hijos de Dios». Porque se asemejan a Él, le imitan, hacen lo que hace Él. Cuando respetamos a los demás en su integridad, estamos practicando la justicia y, por lo mismo, estamos cooperando a la paz. Paz no indica sólo lo que Dios “hace” o “da”, sino también lo que Dios “es”. Paz es la esencia de Dios.

Comenzamos el nuevo curso junto a La Virgen María de la Fuensanta, la única que jamás defraudó ni a Dios ni defrauda a los hombres, la que pasó por el mundo no sólo haciendo el bien, sino comunicando a todos el Bien que lleva en sus brazos, a su hijo Jesús. Que, como María, nos destaquemos en saber hacer la Voluntad de Dios y en ser constructores de a Paz, porque amamos la verdad y la justicia. Nuestra tarea es descubrir que la Paz es una aventura posible, que está al alcance de nuestras manos y que una vía segura de ello está en la Familia humana, corazón de Paz y que sirve de inspiración para entender que la paz, por la fuerza del amor, está a tu alcance.

De la mano de la Virgen María de la Fuensanta, caminad, murcianos, escuchad cómo nos dice Jesús: “¡levántate y anda!, ¡tus pecados están perdonados!… No tengáis miedo de manifestar vuestra condición de cristianos, de creyentes en el Señor de la Paz y de la Vida… Que la Santísima Virgen María de la Fuensanta nos acerque a Jesús y que veamos su rostro de amor y misericordia para decirle con fuerza: ¡Jesús cuenta conmigo, aquí estoy para hacer tu Voluntad!

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