Carta de
Mons. D. Vicente Jiménez Zamora
Arzobispo de Zaragoza
Domingo 9 de septiembre de 2018
Queridos diocesanos:
La catequesis está al servicio de la transmisión de la fe y de la iniciación cristiana. “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre de Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado” (Mt 28, 19-20). De este mandato misionero del Señor Jesús nace la misión de la Iglesia, que existe para evangelizar (cfr. Pablo VI, exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi, 14). El papa Francisco, en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, programática de su pontificado, nos convoca a la nueva Evangelización para la transmisión de la fe (cfr. Evangelii Gaudium, 15 y todo el capítulo primero).
En la actual situación social, cultural y eclesial, y conscientes de que la evangelización es una realidad rica, compleja y dinámica, que comprende momentos esenciales y diferentes entre sí DGC, 63), la necesidad de una nueva evangelización requiere una decidida y valiente renovación de la pastoral de la iniciación cristiana, que es vital en toda la Iglesia particular (DGC, 91), para así poder afrontar los retos de los cristianos de hoy y para dar respuesta coherente a la pluralidad de situaciones presentes en nuestras comunidades eclesiales.
“La catequesis ha sido siempre considerada por la Iglesia como una de sus tareas primordiales” (Juan Pablo II, exhortación apostólica Catechesi Tradendae, 1) y por ello, uno de los momentos esenciales de la evangelización (cfr. Catechesi Tradendae, 18). La catequesis de iniciación cristiana es el eslabón necesario entre la acción misionera, que llama a la fe, y la acción pastoral, que alimenta constantemente a la comunidad cristiana. No es, por tanto, una acción facultativa, sino una acción básica y fundamental en la construcción tanto de la personalidad del discípulo como de la comunidad. Sin ella la acción misionera no tendría continuidad y sería infecunda. Sin ella la acción pastoral no tendría raíces y sería superficial y confusa: cualquier tormenta desmoronaría todo el edificio (cfr. DGC, 64).
El nuevo Directorio Diocesano de Catequesis es el fruto de un proceso de escucha, consulta, reflexión y diálogo en las parroquias, arciprestazgos, vicarías, delegaciones episcopales, asociaciones y movimientos laicales, comunidades religiosas, y, sobre todo, de coordinadoras de catequistas y escuelas de catequistas. Ha sido un proceso comunitario y de sinodalidad, caminando juntos. La delegación Episcopal de Catequesis y el equipo de la Delegación han llevado el peso en la preparación y elaboración del Directorio Diocesano de Catequesis. A todos, especialmente, a la delegación Diocesana de Catequesis, les expreso mi sincera gratitud y público reconocimiento.
Ahora, después de haber sido estudiado el proyecto en el Consejo Episcopal de Gobierno, en el Consejo Presbiteral y en Consejo Diocesano de Pastoral, me corresponde a mí como arzobispo de Zaragoza, que lo he promovido, que he estado al frente desde su inicio, desarrollo y culminación, aprobarlo y presentarlo a toda la Diócesis.
El Directorio Diocesano de Catequesis consta de dos partes: 1) La primera parte es larga y rica en contenidos teológicos y eclesiológicos, a la luz del Magisterio reciente de la Iglesia. Nos ofrece luminosos principios y sólida doctrina sobre la naturaleza de la catequesis al servicio de la evangelización; la catequesis de adultos, que es modelo y paradigma de toda acción catequética; el despertar religioso; la iniciación cristiana en la infancia, en la adolescencia y los adultos; la catequesis en situaciones especiales y durante la tercera edad; el servicio del catequista al servicio de la comunidad cristiana. 2) La segunda parte ofrece orientaciones pastorales y criterios prácticos para la organización de la catequesis y la celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana en nuestra diócesis de Zaragoza.
El presente Directorio Diocesano, necesario en nuestra diócesis de Zaragoza y promulgado por el Arzobispo, pretende introducir en nuestra comunidad diocesana una nueva mentalidad, que hoy resulta imprescindible para la transmisión de la fe. Es un instrumento para ayudar a descubrir la naturaleza y el significado de la iniciación cristiana como un proceso unitario, catequético, sacramental y existencial, para responder a los retos pastorales de hoy.
Espero y deseo que sea bien acogido, desde el espíritu de la comunión eclesial, por los sacerdotes, catequistas, familias, movimientos apostólicos, comunidades religiosas, escuelas católicas, etc. Es necesaria una respuesta unitaria y bien articulada, mediante criterios comunes y normas prácticas de obligado cumplimiento para toda la comunidad diocesana. Es responsabilidad de todos y cada uno de los miembros de la comunidad diocesana aunar esfuerzos, líneas de acción, prioridades y esperanzas.
Con mi afecto y bendición,