Carta de Mons. D. Julián Barrio Barrio
Arzobispo de Santiago de Compostela
Jornada de la Infancia Misionera
Queridos niños y niñas diocesanos:
La Iglesia, el día 16 de este mes, celebra la Jornada de la Infancia misionera. Con Jesús que iba creciendo en estatura, sabiduría y gracia en Nazaret, este año peregrinamos a Jerusalén donde sufre la pasión, muere y resucita por la salvación de todos los hombres.
Jerusalén, ciudad de la paz
Jesús en Jerusalén anuncia el Reino de Dios y se manifiesta como Luz. Pasados unos días de su nacimiento, cumpliendo la ley del Señor, es presentado por María y José en el templo de Jerusalén donde es recibido por el anciano Simeón que lleno del Espíritu Santo, “lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos, luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel” (Lc 2,28-31). Más tarde, dirigiendo su palabra a los fariseos les dirá: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8,12). Quien sigue a Jesús debe acoger su luz y manifestarla a través de sus obras. Esta es la tarea y el don de los misioneros, y deben ser los vuestros, queridos niños, llamados a difundir la luz de Jesús, es decir la fe, a tantos niños que todavía no le conocen. Por eso dirá también a los que le seguían: “Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5,14-16). Se nos ha dado la luz para que la hagamos llegar a los que están con nosotros y en nuestro entorno. No la debemos esconder ni tampoco contentarnos con iluminar solamente nuestro camino. Esta luz se manifiesta en el amor para producir el deshielo del egoísmo que desfigura nuestra sociedad.
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