Carta del cardenal D. Antonio Cañizares Llovera
Arzobispo de Valencia
Domingo, 3 de abril de 2022
La semana pasada fue una semana llena de mensajes a favor de la vida. El Papa consagró al Corazón Inmaculado de María a Rusia y Ucrania, en guerra de destrucción de vidas, y al mundo entero para que acontezca la paz donde se respeta la vida. Era el día de la Encarnación, día de la inmensa e infinita apuesta de Dios por el hombre; por la vida, para la vida envía a su Hijo al mundo, para que tengamos vida, vida en abundancia. También la semana pasada fue la gran manifestación en Madrid por el SÍ a la vida de cientos de asociaciones y grupos; por el SÍ a la vida, se celebraron muchos actos y oraciones por la vida.
Entre tanto, Ucrania y Rusia eliminando vidas en esa guerra que tanta desgracia y destrucción está ocasionando y que tanto rechazamos y tememos. Pero, al mismo tiempo, se están produciendo miles de destrucciones de vidas inocentes e inermes –se han producido en estos últimos años millones de vidas destruidas más que en otras guerras– en clínicas abortistas y normales por las legislaciones inicuas pro abortistas emanadas de los poderes infernales de este mundo. ¡Qué barbarie, ¿verdad?! Y además se están también segando vidas por legislaciones inicuas aprobadas por los mismos poderes con la eutanasia. ¿Dónde vamos? ¿No escuchamos el clamor de Dios, el clamor de las gentes? Una cultura de muerte se apodera de nuestro mundo y es preciso reaccionar. Dios ya ha reaccionado, enviando a su Hijo al mundo para la defensa del hombre y de su vida no nacida o débil ante la enfermedad y la muerte. Y la Iglesia, pueblo de Dios, ha escuchado, escucha y escuchará este clamor de Dios y de los sencillos y limpios de corazón que aman y quieren al hombre, con Dios, que el hombre viva. Me dirijo a los políticos de todas las partes, especialmente a los de España, y les grito: ¿HASTA CUÁNDO?
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