Gracias por la vida consagrada

Carta de Mons. D. Carlos Escribano Subías
Arzobispo de Zaragoza

Domingo, 29 de enero de 2023

El 2 de febrero es siempre un señalado en el calendario eclesial, un día especial para pararse a valorar y agradecer el don de la vida consagrada tal y como el Espíritu la va suscitando en la Iglesia de cada tiempo. En nuestra diócesis de Zaragoza, tenemos una rica variedad de carismas suscitados por el Espíritu, que se concreta en la entrega de los religiosos y religiosas de distintas órdenes y congregaciones que, en fidelidad al carisma recibido por sus fundadores, mantienen vivo y presente ese don que Dios quiso dar a la Iglesia y a toda la sociedad a través de un modo concreto de seguir a Jesús. Su servicio ejemplar hasta desgastar la vida con el compromiso en la educación de las nuevas generaciones, en el campo sanitario, con el cuidado de los ancianos o en el servicio con las más pobres y débiles, sigue siendo un empeño de todos ellos que hay que valorar y agradecer sinceramente.

El lema elegido este año para esta Jornada es: ‘Caminando en esperanza’. La acogida y concreción de esa virtud teologal por parte de los consagrados se convierte en escuela, en espejo donde mirarnos todo el Pueblo de Dios. Benedicto XVI la describía en la encíclica ‘Spe salvi’, como una virtud performativa, capaz de «producir hechos y cambiar la vida». La vivencia de la esperanza marca la vida de los consagrados y de los votos que un día realizaron y que les iluminan en el camino de su vida y de su vocación.

Así, su camino cotidiano de obediencia comienza y termina en la casa del Padre. Dios es su desde, en y hacia dónde. Los consagrados saben que se necesitan oídos atentos a la voz del Padre, ojos fijos en la cruz del Hijo y manos prontas a la misión del Espíritu para encontrar fuerza y perseverancia a la hora de emprender esperanzados cada desafío cotidiano dejando que Dios haga nuevas todas las cosas (cf. Ap 21, 5).

Su esperanza se concreta también en su camino cotidiano de castidad que comienza y termina en la casa de la comunidad. Los hermanos son su con quién. Las personas consagradas saben que no han sido llamadas a la soledad estéril, sino que tienen que entrelazar sus historias con las del resto de consagrados, con el conjunto del Pueblo de Dios, con sus hermanos y hermanas de congregación o comunidad, de parroquia o arciprestazgo… y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, principalmente los más pequeños.

Y por último, las personas consagradas tratan de acompañar caminando en esperanza desde el desprendimiento de muchas cosas. Su camino cotidiano de pobreza comienza y termina en la casa de los olvidados. Los empobrecidos son su para qué. La cercanía con Cristo Jesús, que sana las enfermedades, levanta del barro y alegra el corazón, los hace encaminarse hacia los heridos, los caídos, los empobrecidos, los excluidos y los entristecidos, y clamar con ellos por la salvación definitiva en medio de muchas periferias fecundas.

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✠ Carlos Escribano Subías
Arzobispo de Zaragoza

Un comentario sobre “Gracias por la vida consagrada

  1. Doy gracias a dios. Porque hace 75 años, un dos de febrero. Mi madre me ofreció a la MADRE, y hoy hace 75 años esta ofrenda se hizo realidad.
    María Madre haz que no se ahogue la fe de tantos alumnos que han pasado por mis manos.

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