Carta del cardenal D. Carlos Osoro Sierra
Arzobispo de Madrid
Domingo, 28 de mayo de 2023

Cuando en este mes de mayo la Iglesia se sitúa de una manera singular ante nuestra Madre la Virgen María para contemplar su sí, os invito a contemplar y a ver con más claridad y más fuerza que el sí que dio María a Dios es el sí de la Iglesia. Ese sí tuyo y mío que tenemos que dar a Dios con todas las consecuencias. Qué altura y profundidad alcanza, qué fuerza se manifiesta y tienen para todos los discípulos del Señor contemplar estas palabras de nuestra Madre: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra». Pues es a través de estas palabras donde se nos manifiesta cómo la Iglesia ha de responder a su misión. Y como lo ha de hacer con estas mismas palabras, han de ser estas las que la Iglesia viva y prolongue a través de los tiempos, pues a través de ellas se nos manifiesta un compromiso: la manera y el modo de vivir en esa disponibilidad permanente, a través de la cual Dios sigue visitando a la humanidad con su misericordia y su amor.
Nunca temamos abandonarnos en Dios, vivir en una confianza absoluta en Dios. Las palabras que el ángel le dice a María son claras: «No temas, María». Y es que es cierto: era para temer llevar el peso del mundo sobre uno mismo, ser la Madre de Dios. Pero María entendió enseguida que si ella llevaba a Dios, Dios la llevaba a ella. Esas palabras —«no temas»— son las que penetraron en lo más hondo de su corazón. Siempre me fijé en el silencio de María, en las palabras que tantas veces hemos escuchado: «María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (cfr. Lc 2, 19). Hay una representación de la Anunciación que me hace unas sugerencias singulares, ver al arcángel Gabriel sosteniendo un rollo, que es el símbolo de la Escritura, de la Palabra de Dios. Y María está dentro del rollo, está en el rollo, arrodillada, es decir, vive en la Palabra de Dios, impregnando de la Palabra todo su pensamiento, toda su voluntad, todas sus acciones. Ella habita en la Palabra.
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