Carta de Mons. D. Celso Morga Iruzubieta
Arzobispo de Mérida-Badajoz
Domingo, 19 de junio de 2022

Queridos fieles:
Celebramos este domingo la solemnidad del Corpus Christi, del Cuerpo y la Sangre del Señor. Ayer celebré la Eucaristía en una iglesia de nuestra Archidiócesis y el coro cantó admirablemente el Panis angelicus, ese canto tradicional eucarístico cuya letra dice que ese pan de los ángeles se ha hecho alimento de los hombres y nos invita a acercarnos a la comunión, a nosotros, que somos “siervos pobres y humildes”. La Eucaristía, en efecto, a la vez que perpetúa el sacrificio de la Cruz, es banquete pascual, banquete sagrado de la comunión en el Cuerpo y la Sangre del Señor. La representación del sacrificio de la Cruz está orientada totalmente a la unión íntima de todos los fieles con Cristo por medio de la comunión. La comunión es recibir a Cristo mismo que se ofrece al Padre por nosotros.
La Iglesia dedica dos solemnidades a la Eucaristía: el Jueves Santo y el Corpus Christi. El Jueves Santo fijamos nuestra devoción en la Eucaristía como sacrificio orientado a la comunión. En cambio, en esta solemnidad del Corpus Christi, nuestra piedad se dirige más a la presencia eucarística de Cristo, que comienza en la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Durante la Santa Misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo bajo las especies de pan y de vino, entre otras maneras, arrodillándonos o inclinándonos profundamente en señal de adoración al Señor. Pero esa presencia verdadera, real, substancial del Señor en las especies eucarísticas no dura solamente mientras dura la Santa Misa. Como afirma la estupenda encíclica de san Pablo VI, Mysterium fidei: «La Iglesia católica ha dado y continua dando este culto de adoración, que se debe al sacramento de la Eucaristía, no solamente durante la Misa, sino también fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llevándolas en procesión». Es lo que hacemos en esta solemnidad del Corpus Christi en todas nuestras parroquias.
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