Los ministerios en la Iglesia

Carta de Mons. D. José Luis Retana Gozalo
Obispo de Ciudad Rodrigo

El pasado 1 de mayo, tuve la oportunidad de instituir como Lector y Acólito a don Daniel Mielgo en el transcurso de la Eucaristía celebrada en la Parroquia de San Andrés. Al hilo de este hecho, considero que es una buena oportunidad para hablar de estos ministerios laicales en la Iglesia, servicios de colaboración, emanados del Bautismo y siempre al servicio del Pueblo de Dios.

Cualquiera de los ministerios instituidos supone una especial vocación y llamada de Dios, que ha de ser discernido por la Iglesia, y muy en concreto por el obispo.

El ministro lector debe ser el primero en tener una gran familiaridad personal con la Palabra de Dios: necesita acercarse a la Palabra con un corazón dócil y orante, para que ella penetre a fondo en sus pensamientos y sentimientos y engendre dentro una mentalidad nueva (EG, 149). “Quien quiera anunciar la Palabra, primero debe estar dispuesto a dejarse conmover por ella y a hacerla carne en su existencia concreta, de modo que pueda «comunicar a otros lo que uno ha contemplado»” (EG, 150).

En este sentido, el Lector debe conocer muy bien la Escritura, aprender a leer los textos según se encuentran en los libros litúrgicos. Nunca debe leer sin antes haber leído, orado y conocido el texto que va a proclamar a la asamblea sagrada.

Por su parte, el Acólito está destinado de modo particular “al servicio del altar, ha de aprender todo aquello que pertenece al culto público divino y tratar de captar su sentido íntimo y espiritual; de forma que se ofrezca diariamente a sí mismo a Dios, siendo para todos un ejemplo de seriedad y devoción en el templo sagrado y además, con sincero amor, se sienta cercano al Pueblo de Dios, especialmente a los necesitados y enfermos (Pablo VI, Motu proprio Ministeria Quedam)”.

Además, participa de un modo peculiar en las celebraciones litúrgicas de la Iglesia, celebraciones que tienen su cumbre y su fuente en la Eucaristía. Por tal motivo se le confía la misión de ayudar a los presbíteros y diáconos en su ministerio y distribuir, como ministro extraordinario de la comunión, la sagrada comunión a los fieles, incluso a los enfermos. De tal forma que viviendo íntimamente unido al sacrificio del Señor, procure ser cada día “hombre eucarístico”. La recepción del acolitado implica una participación más profunda en el misterio de Cristo que se entrega y está presente en la Eucaristía, en la Asamblea y en los hermanos.

Estos ministerios demuestran la generosidad por parte de quien los recibe, de quienes aceptan la llamada que Dios les hace y, sobre todo, se ejercen en favor de toda la comunidad diocesana, en este caso, de toda la Diócesis de Ciudad Rodrigo, y al servicio de la evangelización La Iglesia necesita hombres y mujeres valientes que contribuyan a no dejar escapar esta oportunidad de renovación pastoral y que se concreta en cada diócesis de acuerdo con las necesidades concretas.

Para ello es fundamental una formación seria de los candidatos a recibir los ministerios, tanto a nivel básico (la fe profesada, celebrada, vivida y orada) como a nivel específico de cada ministerio.

✠ José Luis Retana Gozalo
Obispo de Ciudad Rodrigo

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