Pentecostés, una Iglesia plural

Carta de Mons. D. Florencio Roselló Avellanas, O. de M.
Arzobispo de Pamplona y Tudela

Domingo, 19 de mayo de 2024

¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra propia lengua nativa?” (Hch. 2, 8), que es lo mismo que decir que el mensaje de Jesús resucitado también se dirige a mí. Que tengo un sitio en la Iglesia. Que mi carisma, mi forma de ser, mi historia tiene cabida en la comunidad de fe. Pentecostés me recuerda que el Evangelio está escrito en muchas lenguas y expresado en muchas sensibilidades.

Tenemos el riesgo de querer adueñarnos del evangelio y de hacerlo a nuestra medida, y excluir al que no piensa como nosotros. En Pentecostés vemos que la Buena Noticia del Jesús resucitado va dirigida a todos, especialmente a los extranjeros, a los de lejos, es decir a las personas diferentes, a las que siembran dudas, a las que les ponemos muchos condicionantes. Y hoy, Pentecostés nos dice, que todos tienen cabida en nuestra Iglesia, que es plural y diversa.

Reparemos en el detalle que cada uno de los apóstoles recibe el Espíritu Santo individualmente. “Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos” (Hch. 2, 3.), pero lo reciben en comunidad, junto a María. Pero es luego, cuando esa fuerza del Espíritu Santo transforma el interior de los discípulos, vencen el miedo que los tenía encerrados y salen a predicar. Su predicación llega a todos y la gente los entiende porque predican a cada uno en su lengua nativa y cada uno recibiendo lo que más necesitaba en ese momento.

“Pero notemos que el Espíritu no dio comienzo a la Iglesia impartiendo instrucciones y normas a la comunidad, sino descendiendo sobre cada uno de los apóstoles; cada uno recibió gracias particulares y carismas diferentes”. (Papa Francisco en Pentecostés 2023). El Espíritu empujó a los discípulos a predicar y anunciar el evangelio, a hablar de Jesús resucitado y del amor de Dios “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor” (Jn. 15, 9). No les envió a predicar normas y leyes, sino que les envío a predicar el amor de Jesús resucitado, un lenguaje que entiende todo el mundo y que acerca a las personas a la comunidad de fe. Un lenguaje de misericordia y perdón, un mensaje de nuevas oportunidades, nunca un mensaje de normas y preceptos. Pentecostés es libertad, es levantarse del miedo, es volver a empezar.

Unidad y comunión no quieren decir uniformidad, ni pensamiento único. No quiere decir que no pueda expresar mi fe de manera diferente. Este pensamiento ha creado bastantes tensiones en la Iglesia, intentando crear una uniformidad de vivir la fe. Precisamente Pentecostés nos habla de diversidad en comunión, diferencia en vivir la religiosidad.

Esta diversidad de vivir la fe se hace realidad a través de los diferentes carismas que manifiesta la Vida Consagrada. Cómo religiosas y religiosos viven su fe mediante carismas diferentes y con expresiones diferentes. La Vida Religiosa es una expresión viva del soplo del Espíritu en Pentecostés, y en nuestra Diócesis de Pamplona y Tudela encontramos una gran riqueza y variedad de carismas en diferentes congregaciones religiosas. Pero sobre todo en estos carismas encontramos un gran compromiso con nuestra Diócesis.

Pentecostés nos trae el sínodo que está viviendo la Iglesia, también en nuestra Iglesia diocesana. El sínodo es el soplo del Espíritu a través de todas las personas que estamos participando en este camino sinodal. Nos habla de lenguaje en el Espíritu o conversación en el Espíritu. Como decía el Papa Francisco a la Iglesia de Roma “He venido aquí para animaros a tomar en serio este proceso sinodal y para deciros que el Espíritu Santo os necesita. Es verdad: el Espíritu Santo nos necesita. Escuchadlo, escuchándoos a vosotros mismos. No dejéis a nadie fuera o detrás”. Nuestra Diócesis también está inmersa en este proceso sinodal, también estamos realizando un ejercicio de escucha. Escuchando al Espíritu Santo, nuestra Diócesis, ha recogido el sentir y palpitar de un buen grupo de sacerdotes, religiosas/os y laicos, que tratamos de construir una Iglesia sinodal, en la que todos caminemos juntos. Y en este camino todos tenemos un sitio, porque Dios “nos habla a cada uno en nuestro propio idioma”, escuchar estas palabras es vivir Pentecostés.

✠ Florencio Roselló Avellanas, O. de M.
Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

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