“Unos chavales como los demás… normales”

Carta de Mons. D. Florencio Roselló Avellanas, O. de M.
Arzobispo de Pamplona y Tudela

Domingo, 16 de junio de 2024

La semana pasada celebraba el final de curso en el Seminario Conciliar de Pamplona. En este acto estaban los dos seminarios de nuestra diócesis, el Seminario Conciliar y el Redemptoris Mater. Comenzamos con una eucaristía de acción de gracias por el curso vivido y terminado, para después pasar todos juntos, seminaristas y formadores al comedor, haciendo caso al refranero castellano, “de la misaa la mesa”.

Como buen observador, repasé con la mirada discreta, a cada uno de los seminaristas, diecisiete entre los dos seminarios. Vi en ellos normalidad, vi chavales de nuestro tiempo que están preparándose para entregar sus vidas a Dios por nosotros y por la sociedad. Hablaban, sonreían, hacían bromas como cualquier chaval de nuestro tiempo. Son chavales como los demás, alegres y felices por recibir la llamada de Dios.

Hacen realidad lo que el Papa Francisco les dijo a los seminaristas de Sevilla, cuando fueron recibidos en Roma, este año, la víspera del Buen Pastor, “aprovechen bien este tiempo intenso de formación, con el corazón en Dios, con las manos abiertas y una gran sonrisa para repartir la alegría del Evangelio a cuantos se encuentren con ustedes”. Sí, nuestros seminaristas están preparados para repartir la alegría del evangelio en nuestra diócesis y allí donde la obediencia les envíe, con una sonrisa amplia. Una evangelización abierta y una evangelización alegre.

Son chavales de nuestro tiempo, con las inquietudes y preocupaciones de cualquier chaval de hoy, con los sueños de cualquier joven de nuestra sociedad. Son jóvenes con un corazón grande para amar, y un corazón grande para sufrir, un corazón generoso para compartir. Son chavales solidarios como cualquier joven de nuestra sociedad, con inquietudes, con sueños. Son normales. Pero una normalidad generosa que quieren entregarla por el reino de los cielos. En nuestros seminarios no buscamos santos, queremos chavales normales, que su vida, con el tiempo, merezca ser considerada santa.

Los seminaristas no se forman para sí, no es una formación para darse a ellos mismos, sino se forman para los demás, para nosotros, para la diócesis, para la Iglesia. Su entrega es generosa, es atrevida, diría, casi martirial. “En aquel tiempo Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos”(Mc. 6, 7).   Jesús llama a nuestros chavales, que ingresan en nuestro seminario, y se convierten en seminaristas, para formarse y para ser enviados, como los discípulos del evangelio a anunciar el evangelio. Aquí comienza la entrega, la generosidad. Ellos no ingresan en el seminario para formarse para sí, sino que se forman para los demás. Y su consagración conlleva la obediencia de ir al mundo a anunciar el evangelio.

Los voy conociendo, voy compartiendo momentos con ellos, camino por la calle con ellos, me acompañan en algunos tramos por Pamplona. Los veo relacionarse con la gente, hablan con jóvenes, con niños. Se acercan a algunas personas que conocen. Con otras escuchan muy atentos. Son chavales normales, de nuestro tiempo, de nuestra sociedad. Y defiendo y apoyo su inserción en el mundo, en nuestra sociedad. Porque ellos serán enviados a esta sociedad que nos toca vivir. Nos gustará más o menos nuestra sociedad, nuestra diócesis, nos sentiremos más cómodos o más incómodos, pero allí tenemos que anunciar el evangelio, y decir que Dios nos ama.

Estos chavales, en algunos sitios no serán bien recibidos, no pasa nada, los discípulos tampoco vivieron una evangelización color de rosa, “si en algún lugar no os recibe bien ni os escuchan, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos” (Mc. 6, 11). Los chavales de los que os hablo, hoy seminaristas, están preparados para anunciar el mensaje y para ser rechazados, ¿por qué?, porque son chavales normales, como los otros, y esto conlleva a afrontar estas situaciones de rechazo a sus proyectos evangelizadores. Y aquí les va a tocar anunciar el evangelio.

Son chavales, son seminaristas, que han entendido muy bien lo que quiere el Papa Francisco, ser Iglesia en salida, iglesia testimonio, iglesia compromiso. Hoy son seminaristas de la Iglesia en salida, mañana deseo que sean sacerdotes que estén dispuestos salir y llevar el evangelio hasta los confines de nuestra diócesis de Pamplona y Tudela, hasta los confines de la Iglesia universal.

✠ Florencio Roselló Avellanas, O. de M.
Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

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