Allí donde nos necesitas. Abrimos camino a la esperanza

Carta de Mons. D. Jesús Fernández González
Obispo de Astorga

Domingo, 2 de junio de 2024

El domingo, 2 de junio, la Iglesia celebra el Corpus Christi, Día de la Caridad. Con este motivo, los obispos de la Subcomisión episcopal de acción caritativa y social dirigimos un mensaje al Pueblo de Dios que peregrina en España, del que quiero hacerme eco a continuación.

“Dios es amor”. Con esta contundencia se expresó el evangelista s. Juan después de experimentarlo personalmente y de descubrir la huella de Dios en los acontecimientos salvadores de la historia. La cumbre de esta manifestación de amor la encontramos en su Hijo Jesucristo, comenzando por la encarnación y concluyendo con su muerte en cruz. Por la encarnación, el Señor se hizo frágil y, desde esa fragilidad y desde su espíritu compasivo y misericordioso, podemos explicar su entrega en la cruz, anticipada en la última cena, donde nos dejó el sacramento del amor.

El pan, junto al valor nutritivo y vinculante, expresa la fragilidad que el propio Jesús hizo suya por la encarnación. Al repartirse, también se hace gesto de entrega total a los hermanos: “el pan que yo os daré es mi carne para la vida del mundo”, dice el Señor (Jn 6, 51). En correspondencia con este amor total, los obispos invitamos a todos los cristianos, sobre todo a los que trabajan en la acción caritativa y social, a actualizar este gesto en la vida diaria, haciéndose caridad, pan que se parte y reparte entre los hermanos hambrientos de alimento, justicia y dignidad. Como dice el Papa Benedicto XVI: “En verdad la vocación de cada uno de nosotros consiste en ser, junto con Jesús, pan partido para la vida del mundo” (SCa 88).

Los discípulos, haciendo nuestra la mirada de Jesucristo, descubrimos que el mundo está herido, que el respeto a la dignidad humana está en crisis. Son muchos los obstáculos que se presentan al desarrollo de una fraternidad universal como son las guerras, la polarización política, social y económica, la violencia doméstica especialmente contra la mujer, el descuido de la casa común, etc. A estas manifestaciones puestas de manifiesto por el Papa Francisco (cf. FT 9-28), hemos de añadir otras referidas a la pobreza y la exclusión que, en nuestro país, se están convirtiendo en un fenómeno estructural. Nos referimos a situaciones de exclusión severa respecto a personas mayores con deterioro psicoemocional, a la precariedad laboral, a la imposibilidad de acceder a una vivienda digna, a la situación de irregularidad administrativa fruto de las olas migratorias, a una población infantil y juvenil en situación de desventaja social, etc.

No hay Eucaristía sin encarnación, una encarnación que asume la fragilidad humana y que se expresa sacramentalmente en el pan que se parte y reparte, y que se explicita también existencialmente en el servicio. No olvidemos que Jesús, en la última cena, se despojó de su manto y lavó los pies a sus discípulos, convirtiéndose en el último de los esclavos. En consecuencia, los que participamos en la Eucaristía, los que comulgamos con su cuerpo, estamos llamados a convertirnos también en pan que se parte y reparte, servidores de los últimos allí donde se nos necesita.

Un año más, la celebración del Día de la Caridad nos compromete a vivir la fraternidad favoreciendo la dignidad de cada persona, saliendo al encuentro del empobrecido, comprometiéndonos con el bien común a través de la mejora de las estructuras sociales, y tejiendo comunidades más fraternas que superando el individualismo, pongan en práctica la ayuda mutua. Muchos lo vienen haciendo ya a través de instituciones como Cáritas abriendo, de esta forma, paso a la esperanza. Que Dios se lo pague. Y, a todos, ojalá el Señor nos interpele. Que así sea.

✠ Jesús, Obispo de Astorga

Deja un comentario