Otra vez la eutanasia

Carta de Mons. D. Celso Morga Iruzubieta
Arzobispo de Mérida-Badajoz

Domingo, 20 de septiembre de 2020

Queridos fieles:

Los grandes valores humanos, empezando por el derecho a la vida, vuelven periódicamente al Parlamento, sea por el derecho a la vida en su fase inicial o en su fase terminal.

Ahora el debate es la eutanasia, presentada como muerte digna o progreso social, y en el fondo identificada con un sentimiento de compasión hacia la persona que sufre.

De entrada, la eutanasia no es un acto médico, es su negación, ya que puede ser practicada por un médico que se preste, pero también por un conocido de la víctima, como se ha visto en alguna ocasión en España.

Pasa por el Parlamento esta Proposición de Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia, cuando estamos viviendo las consecuencias de la pandemia, que viene a demostrar que las personas no somos entes aislados, sino que la interconexión a la que estamos sometidos es fundamental tanto para el cuidado y la curación de los enfermos como para la propagación de la enfermedad.

La Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha hecho pública esta semana una nota con el título “No hay enfermos ´incuidables´, aunque sean incurables”. En su tercer párrafo afirma: “Insistir en ´el derecho eutanasia´ es propio de una visión individualista y reduccionista del ser humano y de una libertad desvinculada de la responsabilidad. Se afirma una radical autonomía individual y, al mismo tiempo, se reclama una intervención ´compasiva´ de la sociedad a través de la medicina, originándose una incoherencia antropológica. Por un lado, se niega la dimensión social del ser humano, ´diciendo mi vida es mía y sólo mía y me la puedo quitar´ y, por otro lado, se pide que sea otro –la sociedad organizada– quien legitime la decisión o la sustituya y elimine el sufrimiento o el sinsentido, eliminando la vida”.

La misma nota de la CEE hace referencia en su párrafo once a que “lo propio de la medicina es curar, pero también cuidar, aliviar y consolar sobre todo al final de esta vida. La medicina paliativa se propone humanizar el proceso de la muerte y acompañar hasta el final. No hay enfermos ´incuidables´, aunque sean incurables”.

En el caso del aborto, la ley despenalizadora del año 85 en España incluía tres supuestos que han dado paso a una práctica sin límites reales, sujeta a la voluntad de cada cual. No erramos si auguramos el mismo camino para la eutanasia, no porque tengamos dotes adivinatorias, sino porque lo estamos viendo ya en los países que lo han hecho.

En este tipo de leyes una persona no puede decir: “tengo derecho a la eutanasia y dejo a los demás en libertad”, porque es la misma ley la que nos afecta a todos.

Cuando se pierde el respeto por la vida, por toda vida, sea más o menos “útil” o la consideremos en nuestro fuero interno “digna” o “indigna”, nos deslizamos por una pendiente muy peligrosa. Abrir la caja de Pandora siempre tiene consecuencias desastrosas, en el corto plazo para algunos, pero para todos a la larga.

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✠ Celso Morga Iruzubieta
Arzobispo de Mérida-Badajoz

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