De la adoración al compromiso

Carta de Mons. D. Francisco Cerro Chaves
Arzobispo de ToledoPrimado de España

Domingo, 19 de junio de 2022

Ante la festividad del Corpus Christi, después de haber pasado un segundo año de pandemia quiero transmitir ánimo y alegría a todos los fieles. Vivimos un tiempo de esperanza, donde los sufrimientos que nos rodean no nos dejan indiferentes, sino que nos adentran en el Corazón de Cristo, fuente de toda esperanza.

No se puede celebrar la solemnidad del «Corpus Christi», memorial de encuentro y entrega de Cristo, sin vivir la unidad entre la fe y la vida, hay una unidad entre la Eucaristía y la caridad, en esta solemnidad del «Corpus Christi» recordamos el encuentro y entrega de Cristo.

El Santo Padre nos recordaba en su mensaje para la Cuaresma este año: «No nos cansemos de hacer el bien» (Ga 6,9). Estamos invitados a ser sembradores de semillas de bien, de justicia y de caridad para un mundo más humano, justo y pacífico porque «no tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones. Seamos parte activa en la rehabilitación y auxilio de las sociedades heridas» (Fratelli tutti 77).

En este día celebramos el Día de la Cáridad y no podemos olvidar la labor encomiable que realiza Cáritas ante situaciones dolorosas que estamos viviendo en general y, más en particular, en los dos años de una pandemia que ha dejado un rastro de enfermedad, soledad y muerte, así como el azote de las guerras en especial la de Ucrania. Desde aquí quiero agradecer a todos las muestras de cariño y ayuda que manifiestan y alentarles a seguir caminando pues cada vez es mas necesaria su ayuda.

«Todos los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Porque no hemos recibido el espíritu de esclavos para caer en el temor; sino que se os ha dado un Espíritu de hijos adoptivos que os hace gritar: «¡Abba! ¡Padre!» El Espíritu en persona se une a nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios» (Rm 8, 5-27). Cuando vivimos de acuerdo a esto, el ejercicio de la caridad no es un deber, sino el impulso del corazón que nos hace ir hacia los hermanos y nos empuja a la fraternidad. Todos estamos llamados a caminar juntos viviendo la sinodalidad. Guiados por el Espíritu Santo, escuchándonos unos a otros y prestando atención a los demás es como emprendemos el camino hacia el prójimo.

Nos dice san Pablo: «Cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva» (1Co 11, 26). Son palabras que nos invitan a anunciar la muerte redentora de Cristo y que fortalecen nuestra esperanza en el encuentro definitivo con Él. Urge abrir caminos de esperanza, en la certeza de que Dios sigue derramando en la humanidad semillas de bien (cf. FT 54).

Cristo camina con nosotros, no nos deja, nos alimenta con el Pan de Vida, nos ayuda, sostiene y fortalece. Cuantos recibimos el Pan de la vida formamos, en torno al Hijo de Dios, un mismo Cuerpo, en el cual acogemos la Caridad divina, que nos convierte y capacita en enviados para difundirla entre los demás como verdaderos hermanos.

Invito a todos a recogernos y adentrarnos ante el misterio de la fe, adorando a Jesucristo en el Santísimo Sacramento, es la respuesta de fe y de amor hacia Aquél que siendo Dios se hizo hombre y que sigue amándonos hasta el final. El amor inmenso que brota del sacramento del altar nos conduce a descubrirle en los que tienen hambre y sed, son explotados o extranjeros, están encadenados o se encuentran enfermos. También ante ellos podríamos decir: «¡El está ahí!», puesto que Jesús se ha identificado con ellos (cfr. Mt 25, 35).

Con sincero y fraternal afecto en el Señor.

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✠ Francisco Cerro Chaves
Arzobispo de Toledo, Primado de España

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